Desigualdades que Duermen en el Aula: Educar para Despertar la Justicia
Por
Martinez
Denisse
“Una educación justa no es la que ofrece
lo mismo a todos, sino la que reconoce las diferencias para valorizarlas en
lugar de silenciarlas.”
¿Podemos hablar de justicia educativa
cuando el derecho a aprender varía según el lugar en que naciste?
En América Latina, la realidad educativa
continúa marcada por profundas desigualdades territoriales. Los estudiantes que
viven en zonas rurales enfrentan mayores obstáculos para permanecer en el
sistema educativo; de hecho, tienen un 25% menos de probabilidades de terminar
la secundaria en comparación con quienes viven en zonas urbanas.
En
Ecuador, muchos estudiantes indígenas enfrentan contextos educativos sin acceso
a agua potable, sin materiales en su idioma y sin representación cultural. Las
niñas rurales, por su parte, deben enfrentar estereotipos de género, asumir
tareas domésticas desde temprana edad y, en muchos casos, abandonar la escuela.
La
educación, lejos de ser un espacio seguro para todos, a veces se convierte en
un campo de lucha. Esta invisibilización impacta profundamente su identidad: se
sienten menos capaces, menos escuchados y, en consecuencia, menos valorados.
Ante esta realidad, muchos se ven forzados a adaptarse o a silenciar su propia
voz.
Pero también hay resistencia. En
diferentes rincones del país, existen docentes que integran la
interculturalidad en sus prácticas, proyectos comunitarios que rescatan saberes
ancestrales, y currículos que, poco a poco, comienzan a abrirse a la diversidad
y al reconocimiento de otras formas de conocimiento.
Superar
la desigualdad educativa demanda más que acceso: requiere dignidad, respeto y
reconocimiento.
Es
urgente construir un sistema que valore las diferencias sin establecer
jerarquías, basado en la justicia social. Esto implica mayor inversión en
comunidades marginadas, formación docente con perspectiva intercultural y
políticas inclusivas que den voz a quienes históricamente han sido ignorados.
Educar para la justicia no es una opción,
sino una urgencia que marcará el futuro de nuestra sociedad. Solo cuando cada
estudiante pueda existir plenamente, aprender con libertad y sentirse
verdaderamente valorado, estaremos construyendo un camino hacia una
transformación social real y duradera.
Un texto bastante completo y conmovedor que evidencia cómo la desigualdad no solo se sufre fuera del aula, sino también dentro de ella. Lcda. Karina Fuentes
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